Páginas - Monje (Microcuento)

 

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Quizás, ser un monje, después de todo no sea tan fácil como te hubieses imaginado.  La vida en la abadía habría sido más dura de lo que habías pensado. Tus pensamientos se habrían dejado llevar, la corriente del viento se llevaría tus últimos cabellos y tus esperanzas por recuperar lo perdido se desvanecerían. Aquello que mantenía tu cordura se encontraría esparcido en el gran patio de la abadía. Nadie sabría qué hacer en esa situación. Tus ojos, llorosos y caídos, esperarían alguna señal de aquel ente gigante en el que se basa tu religión.

Habrían pasado unos meses antes de que llegue esa señal. Habrían sido duros esos meses de espera, pero con la esperanza en tus bolsillos recibirías algo que podría darte un giro.

Cinco de la mañana, como sería usual, despertarías y en ayuno, directo al templo. Los cantos gregorianos te tranquilizarían bastante, su acústica en ese templo te pondría la piel de gallina. Sería uno de los pocos momentos en los que después de la gran tragedia, tu eje se centraría. Ha sido duro. Cinco meses. Lo único que te mantendría en pie serian esos cantos y lo que quedaba de tu fé.

Una de esas mañanas, despertarías y pisarías sobre algo extraño. Un libro se encontraría bajo tu pie izquierdo. Tapa gris, lisa y misteriosa. Lo abrirías y leerías lo que dice la primera página. Comenzarías a llorar, y aquello que se habría visto desparramado por el patio de la abadía, una vez más habría sido sentido dentro tuyo.

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