Espía

 Ser un espía nunca fue fácil. Uno nunca sabe cuando lo descubrirán. Quizás, el tema de la identidad es uno de los factores mas pesados. Llega un punto en el que, de tanto cambiar de nombre, empezás a sentirte confundido. Ser un espía requiere algo de teatro; uno debe vender su nombre, y que lo compren.

El ambiente es bastante pesado en estos años. Alemania ha sido finalmente derrotada junto a sus aliados y, ahora, la cosa se puso tensa. El laburo en esas condiciones es bastante complicado.

Hace ya un par de años que me escapé en un barco. Hoy vivo en Argentina, entre las sombras. Mi ultima misión como espía fue bastante traumática.

Era el año 1954, mi trabajo como espía para el régimen Stanislista me había llevado hasta EEUU. Como dije, ser un espía no es nada fácil. Salirte del papel en el momento equivocado puede tener grandes repercusiones. Mi nombre en Estados Unidos era Jacob, y con la inteligencia de la URSS, consiguieron infiltrarme en el FBI.

...

Termina mi reunión con mis compañeros del FBI. Salgo de bar en el que estábamos, como si nada. Mi trabajo me hizo bueno manteniendo la calma. Sabía que mi próximo destino era un banco a 4 cuadras del lugar. 

Una vez que llegué, el Niva de Nikita estaba en la puerta del banco.  Entro como si estuviese yendo a extraer dinero y, muy disimuladamente, paso por debajo del separador mi grabadora hacia Nikita. Ni nos miramos. Sabemos que los bancos son lugares con cámaras, pero por lo menos no son del gobierno.

Terminado mi intercambio con Nikita, él salió y arrancó su Niva. Antes de partir, gira su cabeza pelada y robusta hacia mi y me hace una seña, como si del truco se tratase. En nuestros enteramientos militares, se nos ha enseñado una serie de señas para comunicarnos en situaciones complejas. Por lo que me sorprendí al ver la seña que me hizo. Era la de peligro. 

Preocupado, me dispongo a salir del banco. Nikita ya se había ido. Abro la puerta y, de un momento a otro, caigo al piso y todo se puso borroso. Cuando me desperté, estaba en  un lugar totalmente desconocido para mí. No se asemejaba a ningún edificio gubernamental ni ningún centro de operaciones clandestinas. Era una pequeña sala con dos puertas rojas. Las paredes eran amarillo pastel.y esas puertas rojas parecían asaltarte. 

Tenía que elegir alguna, así que opté por la derecha. Al abrirla, un largo pasillo con otras dos puertas rojas se descubrían ante mi fría mirada. Avancé, sin dudas, y abrí nuevamente la puerta derecha. Era una habitación, como si fuese una casa. 

Entré y me puse a buscar algo que me pudiera servir. Tras buscar unos 10 minutos, ya casi por darme por vencido, encuentro un muñeco de payaso con una cabeza de goma. Al verlo un poco mas en detalle, dentro de él había un papel enrollado. Lo saco, y cuando estoy a punto de desplegarlo para leerlo, la luz empieza a ser tenue y entrecortada. La presión en el ambiente parecía la de una cueva. Se hacia difícil respirar. 

Desde dentro del armario, se empezaron a mostrar unas largas patas. Cuando me quise dar cuenta, una araña gigante se abalanzó sobre mi. Sus dientes se mostraban amenazadores y punzantes. Parecían hablar, o mejor dicho, gruñir. Estaba en shock, no me esperaba encontrar algo así. Parece que alguno de los bandos estuvo experimentando con animales. 

En una situación arrinconada con la araña, como puedo, estiro mi brazo izquierdo hasta la cómoda de la habitación. Consigo tantear una lámpara y le doy con todas mis fuerzas a esa maldita araña. Sorprendentemente y, afortunadamente, la araña se desvanece como si fuese un holograma. Eso me dejo muy confundido pero necesitaba concentrarme en salir de ahí, por lo que volví hasta donde estaba tirada la hoja que estaba dentro del muñeco. Estaba en ruso. Cuando lo leí, entendí que esas eran las instrucciones para salir. Desconfiado, decidí hacerles caso, quizás, Nikita en su operación, había dejado eso para mí.

Siguiendo las instrucciones, volví hasta el pasillo y abrí la otra puerta. Había un estadio de fútbol. La puerta daba a una de sus entradas al campo. Esto me confundió todavía más. Nada tenia sentido. Pero mi preocupación mas importante era salir de ahí. 

Empecé a correr hacia otra de las entradas al campo que tenía una salida justo a unos pocos metros. Cuando llego a la salida, todo el estadio desapareció. Nunca fue real. Era una cámara gesell con las paredes todas blancas. 

Apenas me sitúo en la habitación y empiezo a teorizar sobre lo que estaba pasando, dos tipos de traje negro salen de una puerta, también blanca. 

-Seguro tendrás muchas preguntas. Te tenemos. Ya has descubierto de lo que somos capaces. Danos información y podremos llegar a un acuerdo de protección y huida.

Yo me negué hasta que no pude más. No se imaginan de lo que eran capaces esos tipos. Sus simulaciones ya no eran arañas y estadios de futbol. Era mucho peor. Aguanté hasta que psicológicamente no pude más. No creo que alguien pueda aguantar mucho de eso.



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