Barthes y Aragon (Teo 1)
Poniendo en relevancia los puntos comunes de ambos autores, podemos hacer referencia a la alusión que hacen en cuanto a un espacio en blanco como un lienzo; un lugar donde se puede se pueden impregnar ideas, y todo aquello producto de la mente de un autor. Para ambos autores, la escritura construye un espacio único que permite la suscitación de pensamientos en un ámbito que se vuelve atemporal, al que se puede recurrir cuando se lo necesita. En cierto aspecto, a su vez, podríamos entablar una relación artística en ambos textos, desde Barthes de una manera más directa, y desde Aragon desde una manera más implícitas, desde el concepto de los “secretos”.
Aragon, en su
texto, describe como de niño empezó a intentar escribir, intercalando letras e
iconos. Creando una especie de código que él podía entender pero que, según él,
los adultos no comprenderían. Sin embargo, su tío lo comprendió, descifrando
entre sus garabatos y letras, pudo de alguna manera interpretarlo lo que el
joven Aragon plasmaba sobre las hojas. Pues, según iba practicando sobre lo que
se encontraba, quizás fue cada vez acercándose más a algo más correspondiente a
la escritura.
Barthes, por su
lado, articulando los conceptos de arte y goce, interpela a la escritura como
un goce de su cuerpo. Entabla una relación directa que ese goce que le produce
la escritura y la concepción de arte. Para el autor, la escritura es arte por
el goce que esta le produce.
En cuanto a la
incidencia de la escritura en las relaciones de poder, Barthes asocia la
escritura, en sus inicios, con la desigualdad de acceso a las producciones
escritas por la falta de alfabetización.
Ambos textos me parecen
muy interesantes, sobre todo, por la manera en que cada uno expone la actividad
de escribir y como se torna algo particularmente atractivo en sus vidas.
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