“Poemas contra picanas, desigual enfrentamiento”

 

24 de marzo 2021: Conmemoración 45 años

“Poemas contra picanas, desigual enfrentamiento”

 

Rubén, un psicólogo oriundo de Rafael Calzada, un pueblo a unos 30 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, tuvo la generosidad de compartir con nosotros sus experiencias pasadas durante la dictadura militar iniciada el 24 de marzo del año 1976. El entrevistado nos relató cómo se comenzaba a sentir un ambiente denso dentro de la vida urbana de Buenos Aires y por su parte, dentro del ámbito universitario perteneciente a la época.

Cabe destacar que, como estudiante universitario de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, Rubén estuvo en la mira del terrorismo de Estado durante el llamado “Proceso de reorganización nacional”. Con el justificativo de eliminar movimientos subversivos del seno social, la junta militar que tomó el control del Estado, llevó a cabo acciones ilegitimas contra ciertos sectores sociales. Uno de estos sectores, el cual fue altamente vulnerado en cuanto a sus derechos humanos, fue el sector estudiantil, sobre todo las facultades pertenecientes a las ciencias sociales y humanísticas, incluyendo psicología.

El actual psicólogo, nos cuenta cómo vivió en carne propia la violación de sus derechos; tanto en su vida cotidiana, como el cese de clases en la facultad, debido a desapariciones de profesores y alumnos, tanto como un momento en particular, el cual él mismo experimentó. Rubén fue despojado de su libertad; secuestrado y llevado a un centro de detención clandestino sin justificativo alguno, únicamente por pertenecer a la facultad de la UBA y estar con amigos en un bar cercano a la facultad. Detalla acerca de la maquinaria violenta del Estado, como los “Falcon” verdes imponían terror, y como la percepción de un uniformado, la cual debería transmitir seguridad, en su momento transmitía todo lo contrario. Además, existía un espionaje por parte de infiltrados en la universidad, factor que significaba un peligro imperceptible.  Una sensación de inseguridad e incertidumbre se sentía en el simple caminar y se hacía notar con mucha fuerza.

Rodeado de eufemismos, el temor por su libertad y su vida era moneda corriente en las experiencias universitarias que transitó nuestro entrevistado.

Afortunadamente, Rubén hoy puede contar su experiencia y aportar a la conciencia colectiva para que no vuelva a suceder, para decirle “Nunca más”. Considera que es muy importante comprometernos con la Verdad, la Memoria y la Justicia.

Agradezco con mucho énfasis la participación de Rubén por la generosidad de compartir experiencias tan traumatizantes como las que vivió.

Además, invito a la conmemoración de las víctimas, recordarlas con respeto, y a la reflexión sobre las aberraciones estatales de la época. Sigamos velando por la Verdad, Memoria y Justicia.

A continuación se permite la lectura de la entrevista completa. 

 

Entrevista:

 

- ¿Qué edad tenías en la época de la dictadura?

+ 19 años.

 

- ¿A qué te dedicabas?

+ Había finalizado el secundario en Diciembre del ´75 y en Enero del ´76 al mismo tiempo que me empleaban en mi primer trabajo preparaba el ingreso a psicología tomando clases de apoyo dictabas por el centro de estudiantes de esa facultad de la UBA.

 

- ¿Militabas por algún partido político?

+ No por entonces, pero adhería a la candidatura de Héctor Cámpora a quien no pude votar porque no figuraba en los padrones, los cuales consulté en la oficina del correo hasta el viernes anterior al día de la votación con la esperanza de encontrarme ahí, por suerte hoy tenemos suficiente experiencia como para saber que se cierran meses antes.

 

- ¿Consideras que el 24 de marzo es una fecha significativa para vos? ¿Por qué?

+ Dramáticamente significativa y que con el paso de los años va cobrando cada vez mayor peso, aunque pareciera que debería esperarse lo contrario.

Y es así, porque cada día veo cómo desde entonces se desvió el destino de nuestro país y el de toda la región hacia un rumbo de postergación económica y desigualdad social.

 

- ¿Qué cambios en tu vida cotidiana notaste en ese momento?

+ Hasta entonces pasaba la vida en un pueblo alejado unos 30Km de la ciudad de Buenos Aires, lo que por entonces era estar muy lejos, una distancia que demandaba mucho tiempo recorrer y que nunca lo hacía hasta que comencé a trabajar y preparar el ingreso a la universidad; desde entonces comencé a pasar la mayor parte del tiempo en una ciudad que me resultaba enorme y desconocida, compartía parte de mi día con los trabajadores de la fábrica de despertadores a cuerda, los que hoy deben ser curiosas antigüedades; y ya por la tarde cruzaba desde Soldati hasta Palermo para tomar clases con los estudiantes avanzados de la carrera.

Rendí el examen de ingreso en Febrero del ´76 y días después comenzó a vivirse un clima que no alcanzaba a comprender pero que estaba gestándose desde un tiempo atrás.

Las medidas económicas de 1975 habían puesto a los trabajadores en una situación alarmante cuando el ministro de economía del gobierno de Isabel Martínez (viuda de Perón) comenzó un proceso de devaluación y un aumento de tarifas nunca antes visto, tan así fue que sobre fines de ése año por primera vez en la historia la CGT le hacía un paro a un gobierno peronista. Esto significó la culminación de una ruptura que había comenzado con los enfrentamientos al regreso de Perón al país, entre los grupos conservadores, que finalmente quedaron a su lado, y la juventud del partido. Ambos desde entonces llevaron adelante una lucha armada, los militantes de la juventud desde distintas organizaciones clandestinas y el gobierno, con el decreto 261 en Febrero del ´75 autorizando al ejército argentino a “...aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la Pcia. de Tucumán…”. A su vez los grupos conservadores formaban la brigada paramilitar AAA (Alianza Argentina Anticomunista) que operaban en la oscuridad sobre todo en la ciudad de Buenos Aires atacando a lo que consideraban oposición entre los que se contaban políticos, trabajadores, científicos, estudiantes y personalidades de la cultura. 

Esas acciones fueron precursoras de lo que luego conocimos como terrorismo de estado a partir del 24 de marzo del 76, entre las víctimas de aquél gobierno civil se encuentra Alejandro Almeyda, quien era estudiante universitario cuando despareció en 1975, hijo de Tati Almeyda, madre de plaza de mayo línea fundadora.

El poder otorgado al ejército argentino y los traspiés que a cada paso daba el gobierno llevaron a un proceso donde las fuerzas armadas, alentadas por algunos grupos de poder tomaron por asalto el gobierno dando un golpe de estado cuando faltaban apenas unos meses para convocar a elecciones.

Unos días después me encontraba frente a la cartelera de la facultad de psicología con la sorpresa de que había aprobado el ingreso.

 

-Subjetivamente, ¿Qué emociones o sensaciones percibías en el día a día?

+ Mientras cursaba el ingreso, algunos profesores eran reemplazados por otros sin aviso alguno hasta que el curso preparatorio se cerró unas semanas antes de lo previsto. No entendía la razón y por entonces solo me preocupaba de qué manera seguiría preparándome.

Tiempo después entendí que esa “actividad” entrañaba un peligro que solo suspendiéndola podía evitarse y que los profesores que no volvían a clase habrían pasado a la clandestinidad o desaparecido.

Con el correr de los días fui entendiendo el estado de inseguridad en el que vivíamos, sobre todo los jóvenes que éramos blanco de toda sospecha y más cuando estudiantes universitarios y, aún peor si cursábamos carreras sociales o humanísticas.

El temor por nuestra libertad y nuestra vida comenzaba a crecer.

 

-Colectivamente, ¿Qué se sentía en el ambiente social?

+  La adhesión de los grandes sectores de la sociedad que nunca habían simpatizado con el peronismo, más la de quienes se habían sumado por su descontento con la situación económica y la violencia política, era entusiasta pero silenciosa. También lo era el rechazo de quienes no aceptaban el golpe de estado como solución, pero por razones muy distintas; la presencia en las calles del ejército fuertemente armado y las campañas de los medios de comunicación, sumado a las propagandas como aquella que con la excusa de combatir la contaminación sonora en la ciudad de Buenos Aires coronó al obelisco con un anillo que rezaba “El silencio es salud”, desalentaban cualquier acción de protesta, frente a la que hubo excepciones como la de la heroica desobediencia de las madres de plaza de Mayo.

Se sabía que “algo pasaba”, pero no se hablaba con claridad, no había libertad para hacerlo y los eufemismos eran el modo de referirse a lo que sucedía.

“Algo habrán hecho”, era la respuesta habitual frente a la noticia de que “a esos vinieron a buscarlos”, lo que sucedía a veces por acciones de inteligencia y otras porque algún vecino denunciaba “acciones sospechosas” o de que “ahí andan en algo raro”. A esto, lo seguía la aparición de los “grupos de tareas”, denominación que junto a la de “desaparecido” son los eufemismos en los que más fuerte resuena la negación de las acciones criminales llevadas adelante por el estado en los años del “proceso de reorganización nacional”.

 

- ¿Tuviste alguna experiencia en la que te sentiste en peligro? Si es posible, detallar.

+  Las universidades nacionales habían pasado a ser controladas por las fuerzas armadas, la UBA estaba dentro de las que manejaba la Marina y, hasta que sucedió el nombramiento irregular de las autoridades civiles, quienes las dirigían eran miembros del arma. Al frente de psicología estaba un capitán de corbeta y se sabía que el alumnado estaba infiltrado de agentes de inteligencia que “marcaban” estudiantes que luego eran objeto de las acciones de sus grupos de tareas.

Esta infiltración se replicaba fuera de la universidad y llegamos a saber que en los bares de los alrededores algunos agentes e informantes, hacían de mozos.

En un bar de Rivadavia y Rojas, esquina a la que jamás volví pero que nunca olvido, estábamos con nuestros libros de una materia dictada por quien además era profesor de la escuela de la policía federal, pero no importaba; libros, jóvenes, bar y noche, nada más hacía falta para que se pusiera en marcha esa maquinaria siniestra.

Nos sorprendieron personas de civil que nos subieron a los “falcon”, antes de entrar conseguí dejar caer de mi bolsillo una pegatina con un poema de Augusto Cardenal y sin que llegue al suelo lo metí en la alcantarilla con un toque de derecha que en cualquier cancha habría sido golazo.

Poemas contra picanas, desigual enfrentamiento.

Nos llevaron a una celda sin registrar nuestra entrada en ningún lugar, nos sentaron en un banco largo en el patio de una comisaría y veíamos por el virio opaco de la puerta que se cerraba delante nuestro cada vez que pasaba uno de los detenidos, cómo le pegaban durante el interrogatorio mientras ahí afuera nos apuntaban dos fusiles.

Se hizo largo e interrumpieron los interrogatorios, tal vez porque del último consiguieron información por la cual salieron en otra oscura misión y nos dejaron para el día siguiente.

Fue en esa mañana que nos encontraron nuestros amigos/as que movieron cielo y tierra hasta que dieron con quien tenía contacto con algún militar que nos localizó y entonces el comisario nos dijo que “de casualidad salíamos”.

Cuento esto con mucho pudor porque no pretendo que se iguale a lo que padecieron los 30000 secuestrados, torturados y asesinados por el estado terrorista, pero si lo hago con el interés de que se comprenda que todos corríamos el mismo peligro.  

 

- ¿Sentís que esa época te marcó en algún aspecto? ¿Qué incidencia crees que pudo haber tenido en tu futuro?

+ Claro que sí. Durante esos años el temor a ser detenido o secuestrado era algo de todos los días, nos podían sorprender en cualquier lugar, en el tren, el colectivo y hasta por estar reunido con amigos en la calle.

La fobia al falcon era muy fuerte, ver uno que se acercaba y sentir miedo era una sola cosa, seguir caminando cuidando no llamar la atención y que no me traicionen las ganas de salir corriendo era lo que me preocupaba.

Durante todos esos años y algunos más después de finalizado el “proceso” ver por la calle a algún uniformado me hacía sentir en peligro.

 Alguna vez pensé irme del país y hasta tramité mi pasaporte a los 19 años, hoy lo pienso y no puedo creer que a esa edad muchos estábamos tan desesperados que afrontábamos el riesgo de ir a hacer ése trámite al departamento central de la policía federal en la ciudad de Buenos Aires lo que era entrar solito a la cueva de los lobos que todos los días buscábamos evitar.

Nadie ha podido conservarse indiferente a lo que pasó, ni siquiera quienes se lo propusieron; el empeño por la negación de todo aquello tanto como el no poder dejar de ver en todas partes esa amenaza acarreó profundas transformaciones para lo que podría haber sido nuestra vida de no haber convivido con años de abusos de autoridad, terrorismo de estado y guerras, en una sociedad donde por distintos motivos para unos que para otros mentir fue mejor que decir la verdad. Esto nos cambió como sociedad y aún hoy estamos viviendo un tiempo que no logra liberarse de aquéllos años trágicos.     

 

- ¿Te gustaría dejar alguna reflexión o mensaje para las generaciones que no vivieron la dictadura?

+ No fueron solo 30000, también muchos que siguieron viviendo desaparecieron del derecho a trabajar, a estudiar, de acceder a la salud, a la vivienda, a un salario digno, a reclamar justicia, a poder planificar su vida y no vivir en la incertidumbre como propone el neoliberalismo.

Esas desapariciones todavía están sin resolver y continúan naciendo personas en la región que están postergadas desde su cuna; la dictadura no son un grupo de militares que ocupan el gobierno, la dictadura es de los grupos económicos que se apropian del destino y los recursos de una nación para satisfacer intereses financieros que no tienen bandera y que algunas veces usan militares para ello, pero también civiles que extrañamente consiguen ser votados.

 

- ¿Crees que es importantes que los estudiantes, en su rol integrante de la sociedad y la cultura, tengan una posición activa con respecto a esta fecha? ¿Opinas que las instituciones públicas se deberían encargar de transmitir y conmemorar lo sucedido? 

+ Por supuesto que sí, todos debemos comprometernos en ejercer la memoria, la verdad y la justicia.

 

 

Comentarios

  1. Hola Esteban! Tu entrevista me pareció fantástica, en cada pregunta que realizaste y cada respuesta obtenida de ese relato estremecedor, se me puso la piel de gallina.
    Más aún sabiendo la represión y repudio ejercido a estudiantes de la Universidad de la cual hoy somos parte y opinamos y estudiamos libremente. #NUNCAMAS.

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